El Arte del Management: lecciones aprendidas I

Antecedentes sobre lecciones aprendidas en el Arte del Management

Pongo al lector en antecedentes, para enmarcar la serie de posts sobre el “Arte del Management”, que inicio con esta entrada.

Sé, por experiencia, que el concepto de la transparencia del que tanto se habla y que tan poco se practica, contamina nuestra existencia. Pero cada uno es como es y a mi me gusta compartir con todo el mundo, aquellos aciertos y errores que he tenido y/o cometido en mi vida profesional. Espero que puedan servir de guía a todas aquellas personas que aún les queda camino profesional por recorrer. Aunque, sea consciente de que, en la vida real, “nadie escarmienta en cabeza ajena”, como bien dice el aforismo popular.

En 2019, cumpliré cuarenta años de trabajo ininterrumpido. Veinte de ellos en empresas, propiedad de terceros, del sector industrial: automoción, electrónica e industria gráfica, principalmente; y otros veinte años, creando, invirtiendo y dirigiendo mi propio negocio, en el sector de servicios de consultoría, entre otros.

Doy por obviados, los seis años anteriores a los cuarenta citados, en los que realicé diversos “trabajos de estudiante”, incluyendo un trabajo fantástico, como el de jugar a fútbol, cobrando.

A ello, y por aquello de las experiencias vividas, le sumaré (de manera solapada) otros treinta años, desde el día en que me inicié en el mundo de la docencia, allá por 1990. Otro campo apasionante, cuando tienes pulsión por compartir y aportar experiencias y conocimientos, a la Comunidad.

Por cierto, cuando generalizo con la palabra mánager, quiero referirme también, a cualquier nivel jerárquico con autoridad en una organización empresarial, que incluye a propietarios, a directivos y a cualquier otro escalafón dentro de la compañía.

¿De qué hablo cuando me refiero al Arte del Management?

Con permiso de Murakami, he titulado este apartado parafraseando algunos títulos de sus libros.

Hace muchos años, aprendí en uno de los estudios que he realizado a lo largo de mi carrera vital, académica y profesional, que “si para ser un gran mánager, bastara con acudir a una escuela de negocios a formarse, equivaldría a decir que, cualquier persona que estudiara Bellas Artes, sería Picasso”.

Esta frase, en cierto modo lapidaria, esconde (¿o descubre?) una gran realidad:

Todo el mundo sirve para hacer alguna cosa, pero no todo el mundo sirve para hacer determinadas actividades. Es decir, no todo el mundo que es mánager, sirve para hacer de mánager.

Por tanto, no hay nada más honesto, que renunciar a realizar una actividad para la que no estás preparado, y no caer de bruces en el llamado “Síndrome del impostor”, aquel que los que tienen conciencia, sufren cuando saben que no saben, y que los que no la tienen, van alardeando de su ignorancia, de manera ridícula.

Si me tengo que “mojar”, diría que:

El oficio de mánager es un arte, no una ciencia.

Por mucho que se empeñen en infravalorar el arte, y a los artistas (corren malos tiempos para la “lírica”). Es incomparable cualquier música de Mozart, con cualquier obra técnica que se haga. Esta última depende de la “física”, de la parte “hard” de este Mundo. El arte depende del alma, la parte “soft” de la vida, y esa no es fácil de ser replicada. La creación surge del interior. El “dos y dos son cuatro” es demasiado sencillo, para elevarlo a la categoría sublime que puede tener el arte.

Los mejores mánager que he conocido, los auténticos líderes, han tenido alma. Han tenido valores humanos. Su parte “soft” ha superado siempre a su parte “hard”.

Esta última es “alquilable”, la primera, no. No sirve de nada ser un número uno, si eres un ser deleznable, es decir aquellos a los que lo único que les interesa es el “dinego” (el dinero y el ego).

El Arte del Management no tiene fronteras

Uno de los conceptos más absurdos, es el de considerar que los grandes mánager vienen de una determinada zona del Mundo.
He trabajado directamente con japoneses, con alemanes, con americanos y con españoles y, de manera secundaria, con muchas más nacionalidades de todo el Mundo, y he llegado a la conclusión que,

En el Arte del Management, hablamos de personas, no de colectivos, de nacionalidades, o de cualquier otra segmentación artificial, que se haya realizado, a lo largo de la Historia.

Lo que prima es la cultura corporativa, ya sea una microempresa o una gran multinacional. Recomiendo una lectura detallada del libro “Riding the Waves of Culture: Understanding Diversity in Global Business”, de Fons Trompenaars y Charles Hampden-Turner. Excelente, para eliminar todo tipo de prejuicios y de vanidades fuera de lugar.

Arte del Management y estructura organizativa

Uno de los temas que siempre me ha interesado, ha sido el de conocer cómo están estructuradas las Empresas, cómo es su organización.

Desde que tengo “uso de razón profesional y empresarial”, he oído siempre que las Empresas son excesivamente verticales, estructuradas en silos o compartimentos estancos, que no permiten la permeabilidad de la comunicación y la coordinación, entre diferentes áreas de la organización, lo que conlleva tener departamentos “muy eficientes”, con clientes decepcionados por el bajo rendimiento que se les muestra, en términos de calidad, servicio y coste.

Se nos llena la boca de palabras grandilocuentes como la transversalidad, que tanto se utiliza, hoy en día. Para dar a entender que el alfa y omega del proceso empresarial, empieza y acaba en el cliente. Y que, por tanto, la prestación del servicio pasa por la perfecta coordinación horizontal, de todos y cada uno de los departamentos, responsables de entregar el producto correspondiente. Palabras que se las lleva el viento…

Posteriormente, dada la incompetencia y para rizar el rizo, aparece uno de los “inventos empresariales” más lamentables, como lo es el de la organización matricial, que siembra el caos organizativo en las empresas, al duplicar los puestos directivos, y el caos mental a los empleados, al no saber discernir quién es su jefe. En términos generales

No hay la suficiente “valentía empresarial”, como para pasar de la estructura vertical a la horizontal. No todos los mánager verticales (que saben de lo que saben), tienen capacidad suficiente para ser mánager horizontales.

Otro de los temas a considerar, es el de los niveles jerárquicos. Es evidente, que el tamaño de la organización, hará tener más “plantas en el edificio organizativo”, pero de ahí a tener compañías excesivamente verticalizadas, va un abismo.

Las empresas u organizaciones más eficientes que he conocido, han sido aquellas en las que el organigrama es más plano que alto. Aquellas en las que la información de lo que pretende la Dirección, fluye ágilmente de arriba abajo.

Y aquellas, en las que los hechos fehacientes sucedidos en el Gemba (lugar donde ocurren las cosas) correspondiente, fluyen en sentido inverso, aguas arriba, para cerrar el círculo virtuoso de la estrategia, las necesidades y los resultados, a través de una cultura corporativa participativa, en todas direcciones, a 360º, tal como trabajan las empresas de Alto Rendimiento, por medio, de los cinco factores constitutivos de una cultura de Alto Rendimiento.

Lo dejo aquí, por el momento. Continuaré profundizando en el Arte del Management, en próximas entradas, en las que trataré de temas apasionantes relacionados con el management y con otra palabra muy en boga, como lo es el liderazgo.

Continuará…

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