Cada vez está más claro, aunque sea algo obvio y evidente desde que el Mundo es Mundo, que la gestión de la empresa descansa en las personas. Durante mucho tiempo, hemos cometido el error de pensar que todo aquello que no sea humano, superaba en capacidades a las personas, siempre.
Capital Humano en la empresa
Pero como hemos comentado en alguna ocasión, el Ser Humano es la variable independiente del problema. Lo que viene a significar que no todos los humanos somos iguales (otra obviedad que se olvida con relativa facilidad) y que aquello que puedan aportar (todos podemos hacerlo en mayor o menor medida) va a variar en función de las diferentes características que atesoren.
En el microcosmos que se genera en una actividad de workshop viene a representarse a la vida misma. Personas de diferentes procedencias, niveles, experiencias, edades y géneros, interactuando para conseguir un resultado marcado por un reto y un objetivo planteado previamente. Como el perímetro y el alcance del trabajo es pequeño, se pueden observar todos los comportamientos humanos, desde las grandezas hasta las miserias.
Aportación personal a la empresa
Con independencia de lo comentado hasta el momento y sin entrar en los múltiples caracteres, competencias y habilidades que una persona pueda tener, vamos a centrarnos en una de carácter obligatorio para todos aquellos que participen en un equipo de trabajo, que no es otra que la exigencia de que todos los participantes aporten, por pequeña que se dicha donación. No se puede tolerar, que alguien esté en el grupo sin hacer la más mínima oferta de ideas o comentarios sobre lo que se esté tratando.
Si alguien no esta dispuesto a participar, este extremo puede venir motivado por dos causas raíz: el liderazgo de quien gobierna el tema no tiene la suficiente enjundia como para convencer a las personas participantes en el workshop, o bien, la propia persona no quiere contribuir (por nuestra experiencia, un porcentaje muy pequeño de la organización). En el primer caso, haremos bien en ver qué modelo de mandos tenemos en la empresa (recordemos que un mando es algo más que entender de lo técnicamente necesario en su negociado), y en el segundo, analizar el porqué de esa negativa a inmiscuirse en los problemas y temas que nos afectan a todos en la empresa.
Valor añadido
Tras hacer los análisis correspondientes y en el caso de no encontrar respuestas plausibles a las diferentes actitudes, deberemos proceder a cambiar la «o» del ‘aportar’ por la segunda «a» de ‘apartar’. No hay más. O aportas valor añadido, como lo hace el resto de tus colegas, o te apartas / te apartan del proceso de la mejora continua de los procesos y operaciones de tu propia empresa. Todos aquellos que digan que algo es imposible o que no se puede hacer, que dejen paso a los que piensan exactamente lo contrario. En el momento actual, quizá más que nunca, nos hacen falta intraemprendedores en el empresa. Los que aportan.