En primer lugar, desear a todos nuestros lectores ¡un muy Feliz Año 2012! Aunque este año nuevo no es el año nuevo chino que se celebra en otro momento, pienso que cada vez más lo parece, por aquello de la «invasión» silenciosa que se está produciendo en los últimos tiempos, y que hace que Barcelona (mi ciudad), donde históricamente ha habido un llamado «Barrio Chino», pase a ser de verdad, una ciudad china más que un barrio, una auténtica «Chinatown«.
Pero que nadie piense que mi post de hoy quiere tomar un tono peyorativo o de queja, nada más lejos de mi propósito. Antes al contrario, deseo ilustrar con dos ejemplos acaecidos el pasado mes e Diciembre «la que se nos viene encima…».
El tema, como veréis, va de Edus. Por un lado, mi buen amigo Edu Circuns, me remitió el siguiente «Art-tículo«, deliciosas micropiezas literarias, escritas con gran sentido de la realidad:
«Hoy os quiero explicar una pequeña anécdota que me paso ayer con mis hijas, y que hace que entendamos mejor que o te adaptas al territorio, o no vendes un carajo.Nos pusimos los patines en Línea dispuestos a hacer una buena ruta por Diagonal Mar, Forum, Front Maritim, etc. Al rato de patinar, mi hija pequeña Irene y un servidor, ya teníamos ganas de ir a tomar un refresco y al lavabo… Pronto encontramos un bar abierto y como no, ¡era de unos Chinos! y con una sonrisa nos preguntaron que queríamos. Agua para las niñas y coca cola para un servidor. Acto seguido nos traen: 1) ¡una tapa de cacahuetes!; 2) después, ¡¡un pequeño bol de palomitas!!; 3) luego, ¡¡¡un detalle con la excusa de que es Navidad!!!; y 4) al irnos, ¡¡¡¡ 2 piruletas para las niñas!!!!. También tenían puesto el partido del Barça en la tele…
Para flipar, igual primero pasaron por Andalucía, ¡¡ya que aquí hace tiempo que no regalamos nada por un agua y una coca cola!!. Esta claro que quien se adapta al territorio y conoce las costumbres y necesidades del país, son los que van a vender algo en esta nueva etapa. Igual tendremos que empezar a trabajar los viernes por la tarde, o los sábados, y porque no los domingos. También podemos seguir quejándonos desde nuestro sofá, mientras otros abren los domingos por la mañana.»
A lo que añadió en otro comentario posterior que puede ser bien cierto, pero al que irán adaptándose: «Otro tema es que no contratan a nadie que no sea chino, por lo que no crean ocupación, seguro que disfrutan de ayudas por ser inversión de capital extranjero, se llevan los beneficios a China y seguro que las piruletas, cacahuetes, palomitas y el detalle lo traen de su país y no generan riqueza en el nuestro.»
A esta anécdota narrada por Edu Circuns, añado otra que me ocurrió con mi sobrino Edu, futbolero empedernido como su tío (es decir, yo), al que acompañé a uno de sus partidos semanales, en una fría mañana del pasado mes de Diciembre. Como es preceptivo, los muchachos estaban convocados una hora antes del partido, tiempo que los acompañantes de los chicos aprovechan para guarecerse en un bar y de paso desayunar. El bar era un bar «normal» regentado por chinos. No un bar o restaurante chino, sino un bar «de los nuestros» que lo gestionan un grupo de personas de origen chino. Pues bien, la lección de la camarera, llamada «Yu» (?) fue todo un manual de Calidad Total en el servicio. Un auténtico espectáculo. A saber: montó mesas en un abrir y cerrar de ojos; el local estaba impecable; se conocía el nombre de todos los comensales; sabía las preferencias y gustos de todos ellos; te ofrecía todos los periódicos que tenían en el bar; te ponía el canal de la tele a tu gusto; trabajaba los tempos de entrega de productos con meticulosidad; se interesaba por cuando volvían a entrenar o jugar los chicos; el producto que entregaban estaba muy bien hecho («como si fueran de los mejores de aquí»); etc… Un compendio de cómo hay que gestionar un negocio y cómo hay que realizar el servicio a los clientes.
No están de paso, han venido a quedarse, a ser uno de más de los nuestros (pagando todo lo que corresponda). Pienso que cuando veamos ejemplos como éstos, es necesario desdel punto de vista operativo que vayamos a su «gemba» y aprendamos mucho de lo que están haciendo. Con toda seguridad, nos irá bien. ¡Ah y por cierto! No solo regentan bares, mi hija Sara trabaja para una naviera china (la segunda compañía en el ranking mundial), que está implantada en toda España y que no hacen «rollitos de primavera», sino que llevan a cabo negocios al más alto nivel que se pueda entender hoy en el mundo actual.