Con la llegada de las «vacas flacas» ha aparecido un efecto repetitivo en las empresas que se podría asociar a una de las propiedades los gases según la cual: “Los gases ocupan completamente el volumen del recipiente que los contiene” En el caso de las empresas, los recursos humanos, que son fijos, necesitan el mismo espacio de tiempo para hacer un 50% de carga de trabajo que un 120%.
Comprotamiento «gaseoso» de los recursos humanos
Analicemos diferentes factores que inciden en esta situación:
1. Oscilaciones de la demanda en un entorno de bajos pedidos
Debido a la bajada de la demanda, las oscilaciones de la misma son mucho más evidentes, pasamos de días o semanas con baja carga de pedidos a que, de repente, todos los pedidos que aparecen son para la misma fecha y falta capacidad para satisfacerla. Por supuesto, antes también existían estas oscilaciones pero, en algunos casos, se enmascaraban dentro del volumen total representando un volumen y un impacto menos significativo sobre el total de carga, más asumible con ligeras variaciones de la capacidad productiva.
2. Plantillas ajustadas
Con tanto recorte, las empresas disponen de los recursos mínimos para operar según las nuevas necesidades que le marca el mercado. Esto último sumado a esta variabilidad, genera que haya empresas que reestructuran, ajustan sus plantillas, con todas las repercusiones que ello conlleva y a la semana siguiente se ven obligados a pedir a los que quedan en plantilla que hagan algunas horas extras o a apretar el ritmo «salvajemente» para poder llegar a entregar los pedidos del cliente.
Un director general comentaba que en su mercado la frase, que se sumaba a la negociación de precios y plazos, que planteaban los clientes era:”¿Serás capaz de entregarlo cuando te lo estoy pidiendo?”
3. Desconocimiento/Falta de estandarización de las operaciones y procesos
No sabemos realmente nuestra manera de trabajar, no está definida, al igual que las velocidades de trabajo “estándar” en función del número de personas que se tengan definidas (o disponibles) para cada función. Por lo tanto no se calcula unas necesidades de recursos en función de la demanda o carga de trabajo.
4. “Descanso” para cuando haya que “apretar”
El punto puntos anteriores nos llevan a que el cumplimiento de los pedidos de los clientes en ocasiones requiera del esfuerzo del personal, que cada vez aprecia más tener un puesto de trabajo y que la empresa tenga un futuro, y de sus capacidades más que de una lógica. Por lo que requiere esfuerzos importantes en momentos puntuales que llevan, lógicamente, a aflojar el ritmo cuando no hay necesidad a la espera del siguiente “arreón”.
Todo esto nos lleva a que los recursos disponibles son los mismos independientemente de la carga que venga. En positivo para la empresa y “negativo” para el trabajador cuando se acaban haciendo las horas que hagan falta para que salga el pedido y en negativo para la empresa y “positivo” para los trabajadores cuando hay muy poca carga de trabajo pero, aún así los recursos y tiempo consumidos son los totales disponibles.
Estos cambios de ritmo también provocan una nefasta productividad en épocas valle de demanda y una lentitud en volver a coger la “velocidad de crucero” en el futuro.
Es necesario conocer cuál es la velocidad de trabajo en cada una de nuestras operaciones y dimensionarnos en función de la carga de trabajo que tengamos intentando mantener una velocidad de trabajo constante (ya sea porque mantenemos los recursos y planificamos un tiempo “sobrante” o reducimos el número de recursos en esa operación, a una menor velocidad que si fueran más, con el fin de que les ocupe el total de la jornada disponible).