En nuestras actividades de consultoría y training, pedimos a los participantes que destierren sus paradigmas (los malos, por supuesto). Ello lleva a replantearse constantemente todo aquello que estemos utilizando o desarrollando.
Llegado a este punto, creo que ya lo he comentado en alguna ocasión anterior, observo que hay cada vez más empresas que están abandonando las certificaciones tipo ISO, al denotar que no les aportan valor y, evidentemente, porque no se lo requieren sus clientes.
Las dinámicas Lean
¿Podemos extrapolar esta situación a las dinámicas lean?
¿Podemos abandonarlas?
¿Podremos vivir sin ellas?
¿Nos aportan el valor que requiere la inversión que realizamos, aunque sea low-cost?
La respuesta sigue siendo: ¡Sí! No sé por cuánto tiempo, porque todo pasa y nada es inmutable, pero presumo que es por mucho tiempo, como cualquiera de los inventos que se idearon hace cientos y miles de años y siguen vigentes a día de hoy. En Toyota, llevan más de 50 años con el asunto y continúan perfeccionándose cada día.
Lo que si que me parece cierto, es que quizá la perspectiva ha cambiado, dada la diferente coyuntura económica que tenemos por estos lares, en estos momentos.
Cambios en el Management
Detecto algunos cambios que se están produciendo en el Lean management. En algunas compañías están pasando de primar el aumento de productividad y eficiencia, ya que no hay el mercado está a la baja, extremo que se plasma en la cartera de pedidos y en el volumen de negocio, a otros aspectos, que nunca debieron olvidarse pero que a veces se relajan, como lo son la reducción directa de costes, que genera ahorros que van directamente al bottom-line de la cuenta de resultados, o la utilización más eficiente (e inteligente) del working-capital, que no está el patio como para invertir «alegremente», nuestra maltrecha tesorería.
A pesar de estos cambios, no podemos banalizar el concepto lean por «antiguo y usado» que pueda parecer, como algunas personas, ávidas de nuevas filosofías de gestión reclaman. El lean management es poliédrico y tiene su centro de gravedad en el concepto del valor añadido o en su antónimo, el muda. Y eso perdurará en el tiempo, porque hacer las cosas bien, sin muda, es una decisión más que rentable.
La gestión lean se ha convertido en un «viejo rockero, de esos que nunca mueren», o si prefiere, en cualquier sinfonía de cualquier clásico que viaja a través de las ondas del Universo, por siempre más.
Sigamos trabajando duro con el lean como acompañante, que con toda seguridad nos reportará grandes alegrías (¡y resultados!), desde ya mismo.