A lo largo de los últimos veinte años nuestra percepción sobre la gestión de los inventarios ha cambiado radicalmente. No hace tanto tiempo que algunos directivos todavía defendían a capa y espada el mantenimiento de las existencias asegurando que se trataba de un producto que, al fin y al cabo, se acabaría vendiendo, por lo que en modo alguno podía perjudicar a los resultados de la empresa.
Cuando muchos de estos directivos entendieron que este producto inmovilizado no generaba ningún valor, algunos afirmaban que el inventario era un coste de oportunidad, pues la empresa tenía una cantidad económica invertida en un producto que no generaba rendimiento alguno y que habrían podido utilizar en otras actividades.
Debo admitir que siempre me hizo una cierta gracia las dificultades que tenían algunas personas del mundo de la logística y las operaciones para explicar este concepto del coste de oportunidad, pues muchas veces ellos mismos, gestores y responsables de los inventarios de la empresa no eran en modo alguno la persona que decidía qué hacer con el dinero de caja. En cierto modo daba la sensación que, muy en el fondo, ellos todavía creían que los inventarios era una buena inversión.
A día de hoy, hemos avanzado mucho y ya son muchas las empresas y los profesionales de la logística que están convencidos de que las existencias son un coste real para la empresa. Sin embargo, todavía hoy son muy pocas las organizaciones que disponen de los datos suficientes para cuantificar este coste de forma global y actuar en consecuencia.
Gestión de Stocks y Costes.
El coste global del inventario es un cálculo sencillo. Por este motivo, no deja de ser curioso que muchas organizaciones desconozcan este dato, sobre todo si tenemos en cuenta el montante económico del que estamos hablando. En líneas generales y de forma esquemática podemos estructurar este coste en los siguientes capítulos:
- Desde el punto de vista del producto, podemos entender que la obsolescencia y la no calidad son ratios que dependen en gran parte del entorno operativo de la empresa. Por este motivo, ambos son valores que se expresan como un porcentaje del valor del inventario. Una reducción del valor absoluto de las existencias habitualmente conlleva una reducción de la no calidad y de la obsolescencia.
- Desde un punto de vista logístico, es evidente que un mayor número de existencias se asocia a un mayor coste de almacenamiento, equipos de manutención e incluso un mayor coste de personal directo (almaceneros, carretilleros, etc.) pero también indirecto (informática, calidad, etc.).
- Desde un punto de vista administrativo, tanto las primas de seguro (incendios, robos, etc.) como algunas tasas y/o permisos de actividad están relacionados con el valor de la actividad, de modo que un mayor valor de inventario también tiene un impacto económico en este aspecto.
- Finalmente y desde un punto de vista financiero, es muy probable que la empresa esté pagando el producto inventariado mediante un crédito obtenido a una entidad financiera. Por lo tanto, cada año deben abonarse unas cantidades económicas en concepto de intereses a esta entidad.
Cambios en la Gestión de Costes.
Considerando todos estos conceptos, el coste anual del inventario es un valor que, en función de la empresa, puede oscilar entre el veinte y el treinta por ciento del valor total del inventario. Repito: cada año, las empresas deben abonar aproximadamente el veinte por ciento del valor de sus inventarios sólo para mantener este producto en el almacén.
¿Cómo puede ser que éste sea el coste del producto en inventario y nadie se haya enterado hasta el momento? Básicamente, no hay una consciencia general del coste global del inventario por dos motivos: por un lado, son pocas las organizaciones en las que una persona de operaciones disponga de todos los datos necesarios para realizar el cálculo total. Muchas veces, a nivel logístico sólo se gestionan presupuestos de los costes operativos (alquileres, personal, transporte, etc.) pero no los administrativos o financieros (intereses, seguros, etc.)
Por otro lado, debemos recordar que algunos de los principios sobre los que se sustentan las bases actuales de la contabilidad tienen su origen en un cálculo que definió DuPont a principios de siglo XX. Nos referimos al modelo ampliamente conocido y utilizado que evalúa el retorno de la inversión (ROI=beneficio/inversión) cuya característica más llamativa radica en que la fórmula coloca a un mismo nivel al dinero de caja que a las existencias, ambos conceptos en el conjunto de activos del balance de la organización. Es por ello que, todavía a día de hoy y desde un punto de vista estrictamente contable, un aumento de las existencias es una acción que ‘aumenta el valor’ de la empresa. Por suerte y como apuntaba al inicio de este post, la percepción general va cambiando.