En el mundo de la empresa, siempre se ha tenido mucha preocupación, por saber cuáles son los costes en los que incurrimos en la actividad habitual.
Modelos de Cálculo de Costes
A lo largo del tiempo, se han creado diferentes modelos de cálculo de costes, que con mayor o menor éxito han ido subsistiendo. Entre los modelos comentados, podemos citar, a grandes rasgos, los siguientes:
- Los modelos inorgánicos, aquellos que están basados en el cálculo del producto o servicio sin tener en cuenta la organización funcional de la compañía, es decir, se calculan los costes en un sólo grupo.
- Los orgánicos por contra, sí que tienen en cuenta la asignación de los costes según la estructura que tenga la empresa, distribuyéndoles en las diferentes secciones.
- Los costes por pedido, el job order costing, para aquellas empresas que hacen productos únicos e irrepetibles.
- El process costing, o costes por proceso, para los productos que se fabrican de manera repetitiva y sin tener en cuenta los departamentos, sino el propio proceso.
- El modelo full cost, que considera todo tipo de coste, independientemente de su caracter variable o fijo, directo o indirecto.
- El modelo direct cost, que sólo tiene en cuenta la asignación los costes variables.
- El sistema de costes ABC, Activity Based Costing, que intenta imputar los costes indirectos teniendo en cuenta la relación causa – efecto entre los porpios costes y los objetos de costes correspondientes.
Los costes ocultos u olvidados
Como puede verse en los puntos anteriores, las empresas no se pueden quejar de la gran cantidad de modelos y sistemas de costeo, pero ¿qué ocurre realmente? Pues que estos sistemas sólo tienen en cuenta los costes visibles (los tradicionales), pero olvidan una serie de costes que no pueden ser observados con facilidad y que configuran un auténtico lado oscuro de los mismos.
Por ejemplo, cuando pensamos en los costes laborales, nos dirigimos a la partida de personal y con eso ya es suficiente, pero lo que no se observa es la efectividad de ese trabajo, es decir el montante de muda (no valor añadido) de esas actividades.
Mientras no procesemos los muda como auténtica lacra, auténticos costes reales de nuestra organización, no podremos descubrir la auténtica oportunidad que tenemos ante nuestras narices y que no sabemos ver.