La foto que ilustra el presente ‘post’ nos habla de la ‘quimera’ quizá no tan lejana de la teletransportación. Me consta que hay estudiosos de la materia trabajando duramente en el tema, desde que hace muchos años ya, se realizó lo que se convino en conocer como el ‘Experimento Filadelfia’, basado en la ‘Teoría de la Relatividad’ de Albert Einstein.
El Muda del transporte
Asimismo, la imagen viene a cuento de los problemas que soportamos habitualmente en el sistema aeroportuario que tenemos. Pero la reflexión de esta entrada viene motivada por la actividad de transporte habitual que realizamos en las empresas. Ya sea transporte de mercancías, de documentos, de equipos, etc.
El transporte, como es bien sabido, es una de las categorías de ‘muda’ (actividad sin valor añadido), que está omnipresente en nuestras organizaciones. Y a pesar de ser una de las 7 clases de ‘despilfarro’ que encontramos (8, si añadimos la última clase definida, la del ‘muda’ de talento), podemos decir que es de ‘segunda división’ en cuanto a su categorización, y de primera en cuanto al coste directo que soportan las empresas.
Las de ‘primera división’, por así catalogarlas, estarían encabezadas por el ‘muda’ de sobreproducción (o compra excesiva). Quizá la responsable del resto de ineficiencias. Si compramos o fabricamos en demasía, vamos a incrementar los inventarios, y éstos, como elementos tangibles, deben ser trasladados, transferidos o transportados entre los diferentes nodos de la cadena de suministro, mientras no exista la teletransportación comentada anteriormente.
Los costes del Transporte
Si lo miramos desde el punto de vista de costes, los de transporte acostumbran a ser uno de los más importantes de la cuenta de explotación de las compañías mercantiles. En algunos casos, entre los que destaca la industria automotriz, los costes logísticos, incluyendo los de transporte, han escalado peldaños hasta instalarse en los primeros lugares del ‘ranking’ de costeo.
Pero siendo grave el tema de costes que pagamos (‘dinero de verdad’), todavía lo es más el coste de oportunidad asociado al transporte (‘dinero que no pagamos, pero que nos cuesta también’). Es decir, aquello que dejamos de hacer por la ineficiencia del sistema de transporte. ¿Qué eficiencia tenemos en la carga de los transportes? ¿Cuántos retornos en vacío realizan nuestros transportes? ¿Cuánto tiempo hacemos esperar a los equipos de transporte? …
Y cuando hablamos de transporte, debemos considerarlo tanto desde el punto de vista externo (el que nos viene a la mente de inmediato), como interno, todo aquello que movemos dentro de nuestra planta, con nuestros propios medios. Siempre tenemos en mente que actuar con el transporte (externo) es complejo, que no lo dudamos, pero no hemos de tener ninguna excusa en cuanto al transporte interno. Es nuestra empresa.
Deberíamos empezar a ver a los equipos de transporte, como uno más de los equipos de operaciones, cual si de una máquina o línea de producción se tratara. Lo que lleva mucho tiempo realizándose, el exhaustivo control de producción, debiera transferirse también al transporte, para pasar a convertir en mucho más eficiente todo el movimiento de mercaderías.
Antes de preocuparnos en cómo reducir el impacto del coste de transporte, debiéramos preguntarnos si realmente hace falta dicho transporte.