El entorno en el que vivimos hace unos años y que ha desembocado en la crisis que estamos padeciendo, está marcado por lo que se ha convenido en llamar, «financiarización» de la economía, que consiste, a grandes rasgos, en que «todo» es traspasable a dinero, «todo» es monetizable.
Las empresas y sus profesionales no se han podido abstraer de ese fenómeno y por tanto esa financiarización de la empresa, también se ha producido. Es lógico pensar que la empresa, como emblema del sistema económico actual, piense en obtener el máximo de beneficio y rentabilidad, por lo que cualquier actividad que suponga un dispendio, debe ser observada con lupa y conocer el rendimiento obtenido. Hasta aquí, estamos de acuerdo.
Cálculo del retorno de la inversión
Uno de los asuntos que más polémicas suscita en los proyectos (micro o macro) que llevamos a cabo, es el del cálculo del retorno del gasto / inversión que la compañía realiza. Y en este punto si que podemos entrar en «crisis», porque la manera de obtener ese resultado, en bastantes ocasiones, deja mucho que desear. Veamos el porqué:
- Aunque pueda parecerlo, no todo es extrapolable a dinero (de manera inmediata), en el mundo de la empresa. Por ejemplo, cuando una empresa capacita a su equipo, obtendrá beneficios con toda seguridad, pero no pretenda, no se engañe al pensar que el resultado será inmediato.
- El retorno de una inversión depende de diferentes y diversas variables, por lo que en muchos casos, el cálculo del retorno es una simplificación arbitraria, una trivialización, de lo que realmente ha sucedido y se está obteniendo sobre el terreno.
- El peso de esas variables citadas siempre es diferente, por lo que no se pueden extrapolar datos sin la debida ponderación de las mismas. No todas las variables tienen la misma influencia en la inversión que estamos haciendo.
- Debemos diferenciar entre «dinero de contar» y «dinero de verdad», es decir, en aquel montante que se obtiene a base de cálculos estadísticos (a veces simples medias aritméticas), que relativizan el beneficio obtenido; y aquel otro importe que es el reflejo fiel de la realidad de aquello que se está haciendo. En definitiva, los porcentajes están bien, pero sobre todo lo que está mejor es que me lo digan en moneda corriente, que va directa al cash-flow de la compañía.
Retorno de inversión en procesos de Mejora Continua
Para concluir, en lo que atañe a nuestros procesos de Mejora Continua, el consejo más adecuado es que los hagan de cualquier manera, porque los resultados llegarán, más pronto que tarde. Y si alguno de sus colegas, o la propia empresa, sufre de un «ataque de financiarizacionitis«, hágales ver que ese no es el camino.
No vale decir, «esto no lo hago, porque no tengo payback«. Hay que decir, «vamos a hacerlo y vamos a conseguir un retorno adecuado de la actividad que vamos a desempeñar». No sometamos cualquier gasto o inversión absolutamente rentable, según se ha demostrado en muchísimas empresas, al «yugo financiero» que atenaza a los planes de acción que quedan parados en agua de nadie. Retornos hay muchos, pero no todos son económicos.