Uno de los oficios más peligrosos del mundo, es el de los corresponsales de guerra, que viven en directo todo lo que ocurre en su gemba, el de los escenarios bélicos que desgraciadamente asolan muchos rincones de nuestro planeta. Su tarea es extremadamente peligrosa, por los riesgos que comporta, ya sea por el peligro extremo en forma de muerte, o a modo de secuestro, como ejemplo de la macabra propaganda de alguno de los bandos en conflicto. Sin ellos, los corresponsales, sabríamos muchas menos cosas de las que ocurren.
En ningún caso, quiero hacer un paralelismo entre el trabajo del corresponsal de guerra y el que se realiza en cualquier empresa, aunque en ciertos momentos de tensión, pudiera parecerlo…
El símil que pretendo realizar es el de la vivencia, el de la gestión de las evidencias sobre el terreno, totalmente necesarias para saber qué es lo que está ocurriendo allí. En el caso del mundo de la empresa, como en el de los medios de comunicación, existen diferentes responsabilidades en los diversos procesos que se realizan. En todos ellos, siempre habrá una dirección, necesaria para establecer la estrategia a seguir en el negocio correspondiente, es decir la actividad «on-the-business»; pero al fin y a la postre, siempre se precisará que alguien esté sobre el lugar donde ocurren las cosas de verdad, donde se hacen que las cosas pasen, el gemba, o sea aquellos profesionales, que su única «autoridad» es que viven «in-the-business».
Por tanto, el papel de este último grupo, deviene fundamental y para ello, a esas personas las hemos de conferir de ese necesario ‘empoderamiento’ y dotarlos de todos los recursos que precisen para llevar a término su labor.
Gemba y el empoderamiento de las personas.
Concretemos un poco más, sobre esos dos últimos asuntos:
- Darles poder significa que puedan tomar decisiones autónomas e irrevocables, en su nivel de competencia, aunque se equivoquen (¿quién no lo hace?), para que puedan desarrollarse como expertos profesionales de sus actividades.
- Prestarles la máxima información, capacitación y medios, para que puedan, a su vez, comunicar lo que está sucediendo en el lugar de trabajo y poder tomar las decisiones adecuadas, de acuerdo con el nivel de empowerment que queramos conferirles.
Sólo de esta manera, podremos constatar la realidad de nuestras acciones y decisiones empresariales, impidiendo que la mentira (por llamarlo con un sustantivo irrefutable) sea lo que campe a sus anchas en la compañía. En definitiva, mucha más realidad de gemba y mucha menos virtualidad de entornos «no-físicos» dentro de la organización.