Dicen que una crisis, además de significar lo que todos conocemos, viene a proporcionarnos también una magnífica oportunidad para reinventarnos. Y seguro que algunas empresas lo han conseguido.
Uno de mis conocidos en el mundo de la empresa, propietario de una pequeña compañía dedicada a la construcción de moldes para la inyección de plásticos, se ha convertido en asesor de aquellas empresas que «huyeron hacia la meca» China, en búsqueda de nuevos proveedores, tan baratos en costes, como caros en la falta de calidad, y que por ello, les lleva a precisar de alguien que les ajuste los moldes chinos in situ. Por tanto, tiene un nuevo modelo de negocio: «1) construye moldes, y 2) asesora en la puesta en marcha de aquellos que no ha fabricado». Jugada redonda para subsistir.
Pero claro, este simple ejemplo es factible, porque el (pyme) empresario citado y sus colaboradores profesionales, tienen un bagaje muy importante en el conocimiento de su negocio. No han utilizado «becarios» para explotar esta nueva parcela de negocio. Entre otras cosas, porque los becarios no atesoran ni el conocimiento práctico ni la experiencia para llevar a término el trabajo que se requiere.
Viene ello a cuento, porque en los últimos años «veo-becarios-por-todos-los-lados». Algunos empresarios y/o directivos han descubiero la «piedra filosofal» de los becarios (llamados «scholars» en EEUU y «practicantes» en México).
La figura del becario es interesante, incluso imprescindible, para los estudiantes, o recien graduados, para que vivan y experimenten el mundo de la empresa; y para la propia compañía, porque disponen de mano de obra preparada (en lo teórico) y barata (si no gratis, que ya es para nota). Por tanto, es un «quid pro quo», donde ambas partes pueden y deben beneficiarse.

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Pero lo que no se puede pretender, es que el becario (a pesar de su buena predisposición e inteligencia) pase a gestionar y dirigir actividades que corresponden a técnicos más veteranos, cuando no a mandos o directivos. Me explico, y lo concreto en nuestro entorno de trabajo, y en lo que concierne a la necesaria figura del Lean Manager o Lean Coordinator.
Las empresas que no tienen el suficiente nivel de conocimiento y creencia en el nuevo sistema de gestión, colocan a un becario para que lidere el tema, lo que se me antoja un exceso sin sentido. No es bueno para el practicante, que asume en solitario tareas superiores a su expertise, lo que produce desconcierto y frustración, porque nadie nace enseñado. Ni lo es para la empresa, porque dada la «estrategia» seguida, los resultados no pueden ser brillantes nunca.
Concluyo. Becarios, sí, siempre y cuando estén a las órdenes de un superior que les dirija, les aconseje, les enseñe y les exija en aquello que tienen que hacer. El tan comentado modelo alemán del «aprendiz» está basado en el acompañamiento por parte de un mentor en todo momento, para proceder a la transmisión del conocimiento que haga crecer al joven profesional.
(PS: no tengo tiempo ni es el lugar, para tratar de cómo las Universidades manejan el tema de los becarios, porque ese tema me daría para escribir otro post. Quizás lo haga algún día…)

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