Los 3 frenos para el arranque de toda transformación.
Capítulo I: La inercia.

Arantxa García Fernandez 
Danone South Europe Transformation Manager

La ley de la conservación de la energía dice que la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma.


Con las empresas sucede lo mismo; todo lo que las define (su forma de trabajar, su cultura, sus valores, etc.) está en continua transformación, lo quieran o no.


Pueden elegir transformarse deliberadamente en una dirección, o pueden sencillamente creer que no haciendo nada, van a quedarse donde están, simplemente por inercia. Lo que olvidan es que el exterior no es estático, y, por tanto, ejercerá una presión sobre ellas que las acabará transformando de todas formas, y quizás no en la dirección que les habría gustado.


La inercia es la resistencia que opone la materia a modificar su estado de reposo o movimiento, a menos que una fuerza actúe sobre ellos. Se dice que un cuerpo tiene mayor inercia cuanta mayor resistencia opone a modificar su estado.


Y, por tanto, es precisamente la inercia el primer paralizador de una transformación.  ¿Por qué? Porque la inercia genera ceguera, una incapacidad total para plantearse qué es lo que nos conviene y si hay algo que debemos cambiar para llegar a convertirnos en lo que de verdad queremos ser en un futuro no tan lejano.



Del mismo modo los hamsters en cautividad necesitan girar en una rueda porque les es tremendamente aburrido estar encerrados en una jaula, en libertad son capaces de recorrer kilómetros en busca de comida lo que les permite además mantenerse en forma para huir de sus depredadores. Cuando están enjaulados, nada les divierte más que realizar ejercicio, es lo que más les acerca a lo que sería su vida en libertad.


A las personas en las organizaciones les ocurre lo mismo, necesitan sentirse ocupadas y llenar su tiempo con actividades que les hagan sentir que su trabajo tiene un sentido. Si esas actividades son lo mejor o no para la organización pasa a un segundo plano, a menudo dejamos de cuestionar para qué hacemos lo que hacemos.


Los principales motivos por lo que una empresa su sube en la rueda de hámster suelen ser los siguientes:


  • Falta de curiosidad por mirar lo que hay fuera
  • Falta de capacidad de autocrítica para cuestionarse lo que no funciona o lo que se puede mejorar         
  • Falta de espíritu de superación por querer hacer las cosas siempre un poco mejor

transformación, transformation

Por supuesto, nunca admitimos ninguna de esas razones, las cambiamos por el clásico “falta de tiempo”. Y no hay mejor “excusómetro” en las compañías que el “no tenemos tiempo para eso”, cuando en realidad es sólo una forma enmascarada de decir “eso no nos interesa” o “no es una prioridad para nosotros”.



NO OS PERDÁIS, LA PRÓXIMA SEMANA, EL SEGUNDO CAPÍTULO DE ESTA TRILOGÍA SOBRE LOS FRENOS PARA EL ARRANQUE DE TODA TRANSFORMACIÓN.

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