(Extracto del artículo «Siempre nos quedará la Mejora Continua», publicado en la Revista Digital de ADL, Asociación para el Desarrollo de la Logística).
Las empresas, como los seres humanos, acostumbramos a aprender de los errores y en estos tiempos de crisis toca reflexionar y ver qué es aquello en lo que nos hemos equivocado, ya sea por acción, o por omisión, quizá la peor de las equivocaciones.
Cuando hace buen tiempo, todo el mundo es “buen piloto”. Pocos se acuerdan que pueden venir tiempos difíciles, que no es un síntoma de pesimismo, sino de pragmatismo vital. Algunos no viven su empresa día a día como si estuvieran en tiempo de “vacas flacas”, sino que la política del “todo va bien” y “somos muy buenos”, impera en la organización.
Las empresas que mejor afrontan la tan manida crisis son aquellas que en tiempos de bonanza han fortalecido, de manera tranquila y sosegada, su estructura, organización y operaciones a base de una de las mejores “vitaminas” que existen, como lo es la de la Mejora Continua.
¿Y qué entendemos por Mejora Continua? Pues todas aquellas actividades aplicadas de manera sistemática y global, a lo largo de toda la empresa, que buscan denodadamente la reducción o eliminación de todas las tareas que no aporten valor en sí mismas.
Hagámonos preguntas ¿de qué nos sirven algunos de los controles que tenemos en la compañía?; ¿acaso nos pagan los clientes, los cientos o miles de metros que recorren los productos dentro de nuestra empresa antes de salir al mercado?; ¿cómo financiamos rentablemente nuestros inventarios?; ¿por qué hacemos tan complejas algunas de las operaciones?; ¿aprovechamos todo el talento de nuestro personal?; ¿por qué hacemos esperar o enfadar a nuestros clientes, no cumpliendo lo pactado?; ¿hacemos productos o servicios de calidad?; ¿por qué no sincronizamos mejor todas nuestras operaciones, en base a flujos sencillos y claros?. Así podríamos seguir hasta llenar varias páginas más…
Lo que muchas organizaciones han ido realizando en los últimos años en temas de Mejora Continua, poco tiene que ver con dar respuestas a las preguntas anteriores. Lo que si que ha ocurrido es que hemos convertido esta mal llamada actividad de Mejora Continua (siempre es mejor que nada), en una rutina malsana e inoperante que ha servido para cubrir el expediente y así poder atesorar alguna certificación que, en muchos casos, únicamente sirve para decorar alguna de las paredes de la compañía. En definitiva, podríamos hablar de Mejora Discontinua.
¿Qué debemos hacer para entrar de lleno en el concepto de Mejora Continua de verdad? Podemos partir de las siguientes características: hacer participar al equipo; llenar de tensión positiva (ilusión) el entorno de trabajo; dar preferencia a la acción ante el inmovilismo; dotar de responsabilidad a las personas, para que se apropien de sus procesos; generar “cash-flow” para la empresa. Como resumen, obtener beneficios de índole financiera, soportados por los beneficios de tipo operativo (mayor productividad, mayor eficiencia, etc.) y por los de tipo social (mayor participación, mayor implicación).
Este cambio en la manera de pensar y operar dentro de nuestros procesos (que debe existir por siempre más), y que debe estar soportado con metodología y herramientas de Mejora Continua, de solvencia contrastada, hace que algunas empresas soporten de mejor manera los embates que de tanto en tanto, nos va enviando el mercado.
La Mejora Continua siempre estará con nosotros; siempre podremos contar con ella.