¿Muchos datos y poca información?

Convertir datos en información

El pasado mes de Noviembre, en la clausura del magnífico Programa de IQS Executive Education, «Industrial & Technical Management» (ITM), se procedió a la presentación de los proyectos desarrollados por los alumnos, basados en la realidad de su empresa, como parte del proceso formativo llevado a cabo.

Uno de esos alumnos, directivo en el área de Supply Chain, de una empresa del sector químico, expuso, en un momento dado, que su empresa «tenía muchos datos, pero muy poca información». Esa frase me llevó a pensar que tenía que escribir algo al respecto y eso es lo que hago en las líneas de esta presente entrada, en la que trataré de diferenciar qué es un dato y qué es información.

Es evidente, que la génesis de todo es tener recopilados (registrados) los datos que se generan día a día e n la compañía. Si no se llevara a cabo tal tarea y la empresa funcionara adecuadamente, deberíamos considerar que se trata de un milagro, digno de estudio en la gestión de empresas.

Interpretación de datos y flujo de información.

Una vez recopilados los datos, debiéramos trabajar con nuestro «data mining«(*) personalizado, para poder extraer el jugo que los mismos tienen.(*) Según sinnexus.com, el data mining (minería de datos), es el conjunto de técnicas y tecnologías que permiten explorar grandes bases de datos, de manera automática o semiautomática, con el objetivo de encontrar patrones repetitivos, tendencias o reglas que expliquen el comportamiento de los datos en un determinado contexto.

Pues eso, si no somos capaces de convertir los datos en información (con mayor o menor grado de automatización), y posteriormente, según se observa en el gráfico que encabeza esta entrada, en el necesario conocimiento para nuestra empresa, no avanzaremos en absoluto, en la búsqueda de la excelencia («lo que no se mide no se mejora») y repetiremos de manera absurda una y otra vez, actividades que ya hemos hecho en decenas o en cientos de ocasiones, y que no hay manera de capitalizar en la organización, porque olvidamos sistemáticamente aquello que tenemos que hacer con uno de los flujos más importantes de la compañía: el de la información.

Por tanto, entre el «cero información», es decir, la ignorancia en su pleno apogeo (que haber empresas, haylas…), y el otro extremo, el de la información intoxicadora (la denominada hoy en día, «infoxicación»), en la que el «río revuelto» solo favorece la ineficiencia y la incompetencia, hay un abismo. Como es normal, en el término medio, está su justa posición, haciendo que dicha información fluya (ya sea que nos llegue o que podamos acceder a ella), para conseguir que todo el mundo sepa, comprenda y actúe en función de los datos que generamos minuto a minuto en la empresa.

La distorsión de la información.

Para finalizar, recordar, como ya he hecho en otras ocasiones, que para facilitar el flujo de información, ésta debe ser cierta, ha de ser real (el Genjitsu de los japoneses), por tanto, no debe contener distorsiones en la misma (el famoso Efecto Forrester), y para ello, deben recogerse los datos en el lugar donde ocurren las cosas (definición del gemba) y cuando suceden, en tiempo real, en vivo y en directo, que dirían en cualquier retransmisión televisiva.

 

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