La necesidad del cambio, romper con los paradigmas, es de las primeras cosas que comunicamos en nuestros grupos de trabajo. Si queremos hacer las cosas mejor implica, en muchos casos, hacerlas diferentes a como se han hecho durante toda la vida, lo que provoca el rechazo casi inmediato de gente muy acostumbrada a una manera de trabajar. Por otro lado, la historia también nos enseña que los seres humanos somos mucho más receptivos a los cambios cuando se encuentran en situaciones de crisis ya que las condiciones exteriores provocan que nuestras resistencia al cambio sea menor.
En algunas conferencias en Estados Unidos ya encontramos ejemplos de directivos que impulsan el cambio generando sensación de crisis (presión de los clientes, competencia de otras empresas, competencia con otras fábricas del grupo, situaciones de compra o fusión, etc…) para conseguir que su gente siguiera manteniendo el espíritu de cambio continuado durante el tiempo.
En nuestra experiencia con las empresas y sus directivos, venimos de una época de beneficios, de «vacas gordas», en que las empresas no se planteaban la necesidad de hacer mejoras en sus procesos porque las ventas acompañaban y el margen y los beneficios cubrían las ineficiencias del proceso, a final de año había dinero en el cajón.
Hoy en día, con la famosa crisis, que no para de aparecer en cualquier conversación, de repente no hay dinero en el cajón y los empresarios empiezan a tener la urgente sensación de que tienen que hacer cosas, quizás diferentes a las que se habían estado haciendo hasta ese momento, y en muchos casos se toman medidas precipitadas y drásticas.
Nuestra recomendación a los potenciales y actuales clientes es la de realizar actividades de mejora cuando las cosas van bien y así poder realizar cambios con tranquilidad. Por otro lado, en situaciones de crisis, hay que ser muy cuidadoso en la aplicación de la Mejora Continua para no enviar mensajes al personal de que es una manera de recortar gente porque las cosas van mal.
El problema es que, cuando tenemos prisa, a veces no se piensa con calma y se llegan a soluciones precipitadas y drásticas con poco tiempo para meditarlas. Nuestra recomendación es que aprovechemos las «vacas gordas» para realizar las mejoras con la dedicación y atención necesarias.