¿Por qué O.E.E.?

En
el mundo empresarial es muy común utilizar indicadores claves de gestión o
rendimiento (conocidos como KPIs, Key Performance Indicators)
, para, en términos generales,
evaluar el desempeño de las tareas realizadas. 
Si profundizamos un poco más en el tema, los indicadores sirven para los siguientes propósitos, entre otros:
  • Objetivizar: nos permiten huir de las subjetividades en el cálculo de cómo estamos realizando la función correspondiente.
  • Medir: nos facultan para cuantificar los rendimientos que estamos obteniendo en nuestras actividades.
  • Controlar: nos autorizan a ejercer la vigilancia correspondiente en nuestros procesos, de manera periódica.
  • Comparar: nos atribuyen la posibilidad de equipararnos (benchmark) con otras empresas.
  • Mejorar: nos impulsan a realizar actividades de mejora, una vez conocidos nuestros resultados.
  • Visualizar: nos ayudan a difundir la evolución de nuestras actividades, dentro de nuestra compañía.
En algunos (o bastantes) casos se cae en una cierta inflación de ratios, lo que conduce a complicar y confundir, más que a simplificar y clarificar, que es de lo que se trata.
Es necesario no caer en la tentación de querer utilizar KPIs únicamente con el propósito de controlar, o de realizar bonitos documentos para «satisfacción-personal-del-redactor». Los indicadores tienen sentido si sirven como palanca de acción y de mejora.
Dentro de este proceloso mundo de los KPIs, y en el ámbito de las operaciones, el que posee todas las virtudes que hemos indicado en los apartados anteriores es el denominado OEE (Overall Equipment Effectiveness), que podríamos traducir como «Efectividad Global de los Equipos». Algunos autores lo denominan como la «Tasa de Rendimiento Sintético» (TRS), en algunos casos, con ciertos matices en comparación con el OEE.
Digamos que el OEE es un macro-indicador, que incluye a su vez, a tres indicadores que habitualmente deberíamos considerar en nuestra empresa como de los más importantes y que, de no ser así, podríamos incurrir en un problema grave de gestión. Esos tres indicadores son el de la disponibilidad, el de la eficiencia (o velocidad, o rendimiento), y el de la calidad. Podéis ver los mismos, en la imagen que encabeza esta entrada.
En el primero de ellos, vamos a medir qué tiempo desperdiciamos del tiempo total que disponemos para realizar nuestras operaciones (pérdidas de disponibilidad). En el segundo, trataremos del tiempo en el que no hemos conseguido el rendimiento que teníamos previsto, de acuerdo con el estándar establecido (pérdidas de velocidad). Y en el tercero, cuantificaremos qué cantidad de producto no se ha realizado en las condiciones de calidad exigidas (pérdidas de calidad). El orden del cálculo es inalterable, por lo que debe realizarse en la secuencia explicada. Su resultado es un porcentaje y es muy sencillo de calcular. Lo mejor y más práctico es que el cálculo sea pilotado por los propios operadores del proceso.
Para finalizar, una serie de respuestas a la pregunta que titula este post, de ¿por qué OEE?:
  • Se ha convertido en un reconocido estándar internacional.
  • Es fácil de calcular, una vez tienes la información de base.
  • Es un indicador específico y pragmático.
  • La información que nos transmite es muy relevante.
  • Nos permite medir la evolución de nuestras operaciones.

En definitiva, nos evita complicarnos la vida en una nube de indicadores que en muchas ocasiones, no nos dicen nada, y además nos complican la existencia. Porque, por si no os habíais dado cuenta, hay gente que vive en un  ratio, y ello hace que pierda el mundo de vista…

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