Omisión de la Gestión
Dicha sentencia trae a colación uno de los pecados capitales en la dirección y gestión de empresas, la indecisión, la no toma de decisiones, la omisión en la gestión.
‘Errare humanum est’, ya lo decían los clásicos (los de verdad) hace muchos siglos, y sigue totalmente vigente. Siempre nos equivocaremos; siempre tendremos con nosotros el derecho a equivocarnos.
Pero a lo que no tenemos derecho es a inhibirnos en nuestras obligaciones. Cuando las empresas no toman las decisiones en tiempo y forma, hacen que las mismas se debiliten y no actúen en busca de la máxima eficiencia, productividad y competitividad. Y la indecisión lleva a la inacción, lleva a la antítesis de lo que es la definición de empresa.
Dejen actuar a sus empleados, que tomen decisiones en su ámbito de actuación, denles licencia para equivocarse, exijanles que lo solucionen, que vuelvan a empezar, en definitiva, que a través del método empírico, el de la acción, conduzcan a las organizaciones a la más elevada cota de la excelencia.
Pero no permitan que sus directivos, sus empleados, su empresa en general, se cruce de brazos, mirando hacia otro lado, en una vía de desidia insostenible. A más indecisión, más negro será el futuro que nos espera. Por el contrario, si actuamos decididamente, con determinación, seguro que incurriremos en algún error, pero conseguiremos avanzar en la senda elegida.