¿Qué nivel de trazabilidad tenemos?

En el inicio de esta entrada, voy a recordar una película española rodada a primeros de los años 90, dirigida por el director Manuel Gómez Pereira, titulada: ¿Por qué le llaman amor cuando quieren decir sexo?


Supongo que estaréis pensando: ¿por dónde va a salir éste? Podéis estar tranquilos, el blog sigue estando dedicado a la mejora continua de procesos y no a otros menesteres que el primer párrafo puede inducir a engaño… Cuando vamos a las fuentes, encontramos diferentes definiciones de trazabilidad.



Definiciones de trazabilidad

  • El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), dice que trazabilidad «es la posibilidad de identificar el origen y las diferentes etapas
    de un proceso de producción y distribución de bienes de consumo».
  • La Organización Internacional para la Estandarización (ISO), define el término trazabilidad como: «la propiedad del resultado de una medida o del valor de un estándar donde éste pueda estar relacionado con referencias específicas, usualmente estándares nacionales o internacionales, a través de una cadena continua de comparaciones todas con incertidumbres específicas».
  • Por último, AECOC entiende como trazabilidad: «el conjunto de aquellos procedimientos establecidos y auto-suficientes que permiten conocer el histórico, la ubicación y la trayectoria de un producto o lote de productos a lo largo de la cadena de suministros en un momento dado, a través de unas herramientas determinadas.

Como veréis las definiciones están muy bien trabajadas y además algunas de ellas son muy concienzudas. Ahora sólo falta que el proceso y los resultados que se derivan sean reales…


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¿Y por qué creéis que tengo cierto nivel de escepticismo en el tema?

  • Pues en primer lugar, porque veo demasiados ejemplos en la vida real en los que lo de la trazabilidad se ha convertido en un «esnobismo» (en «el comodín de la llamada») que sirve para quedar bien en cualquier conversación profesional.
  • Porque en «nombre de la trazabilidad» (utilizada en vano en muchas ocasiones) se ocultan otras problemáticas, como mínimo tan importantes o más que la propia trazabilidad, que son olvidadas porque no visten.
  • Porque el ajuste entre lo real (el gemba) y los procesos que gestionan la empresa (el sistema de información) tienen discrepancias preocupantes, por no decir inquietantes.

En definitiva, vayamos una vez más a la realidad de las cosas, al «making things happen» y hagamos que el concepto que hemos tratado en el día de hoy, la trazabilidad, se convierta en un referente dentro de la empresa,  de verdad, para conseguir la máxima solidez de gestión en la misma.


Para acabar, y a modo de ejemplo, si queréis padecer en vuestras propias carnes lo que significa gestionar la trazabilidad de un servicio de una manera lamentable, solicitad un traslado de teléfono y veréis lo que es bueno. Que os sea leve…


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