En las noticias ha aparecido que dos pilotos de avión habían «olvidado» aterrizar en el aeropuerto correspondiente, pasándose de largo. Los motivos expuestos en primera instancia nos llevaban a que ambos pilotos estaban en medio de una fuerte discusión, lo que les hizo despistarse. En segundo lugar, fuimos informados que los pilotos andaban «distrayéndose» con algún video-juego en sus puesto de mando. No sabemos cuál será la razón exacta, pero las dos expuestas son lamentables, teniendo en cuenta la responsabilidad a su cargo, más de 100 pasajeros. Su compañía los ha apartado del servicio.
Gestión con los pies en el suelo
A veces en nuestras empresas ocurren incidentes como el relatado:
- Personas enquistadas en discusiones absurdas, debidas a luchas intestinas de egos exacerbados (mal asunto este del «ombliguismo»), de prejuicios (peor asunto el de los paradigmas enraizados en nuestro ser), o de «postjuicios» (permitidme la expresión), dada una historia llena de «encontronazos profesionales», en muchos casos, legítimos, pero profundizan la brecha relacional.
- Personas dedicadas a actividades que nada tienen que ver con la actividad para la que han sido contratados, ya sea por desidia personal, por falta de interés en aquello que hace o por le poco atractivo que tiene la organización para ellos. Son muchos los «presentistas» que están allí porque no tienen otra mejor alternativa, pero que casi siempre esconde un desinterés generalizado por casi todo.
¿Qué podemos hacer?
- En primer lugar, seleccionar el tipo de personas que lleven la marca de la empresa en su ADN. Es decir personas que sean empleables de acuerdo con nuestra cultura empresarial. Parece una obviedad, pero no lo es tal, dado que en muchas ocasiones, elegimos personas de una manera poco rigurosa, sin pensar en las consecuencias posteriores que pueden surgir.
- Dotar de la máxima información y formación a las personas, para que puedan comprender perfectamente a todos y cada uno de sus colegas, evitando los comentados prejuicios.
- Fomentar el trabajo en equipo, para interactuar constantemente entre todos los miembros del mismo, lo que nos hará más conocedores de la gestión a realizar y, por tanto, más resolutivos.
- Liderar, allí donde nos toque y corresponda, con la visión estratégica de que las personas forman parte del núcleo básico de nuestra organización, es decir, no teniéndolas como meros espectadores o comparsas.
Una vez tengamos claro todo ésto, «aterrizar», es decir, «tener los pies en el suelo» será muy sencillo. Mientras no lo hagamos, seguiremos divagando en pos de una pretendida excelencia empresarial, que difícilmente llegará.