El sábado pasado tuve la oportunidad de leer una carta de una lectora, en la sección dedicada a tal efecto en «La Vanguardia», que me hizo recordar mis recordados tiempos en la empresa Apli, y por otra parte, mis maravillosos tiempos como padre de niños pequeños, consumidores de gomets, esos pequeños adhesivos de colores, que ilustran este post.
Entre otras cosas, la carta que se titulaba «Adhesivos mágicos», decía lo siguiente:
«Gomet es una palabra màgica. Prueba a decírsela a un niño, y verás como se le ilumina la cara, y en menos de tres segundos, te estará pidiendo uno».
Posteriormente, la lectora reflexiona sobre qué facil puede ser ilusionar a un niño, con un objeto tan pequeño y sencillo. A la vez que se pregunta cómo es posible perder la ilusión tan rápidamente, incluso provocando el recchazo inmediato del niño, que ya no quiere el gomet. Y la respuesta es clara, son niños. Para finalizar con una acertada reflexión sobre el mundo de los adultos, donde la ilusión / desilusión campa a sus anchas.
Ilusionar en la empresa
Como siempre, vámonos al mundo de la empresa, para intentar sacar alguna conclusión (la mía). En casi todas las empresas, la tensión está presente siempre. En unos casos, es tensión negativa, el maldito estrés; y en otros casos, los menos, existe la tensión de tipo positivo, que es ni más ni menos, que la ilusión.
Ya hemos comentado muchas veces, que para que exista esa ilusión, debe existir una participación intensiva por parte de todos los miembros de la compañía, que desembocará en una motivación ilusionante, que a su vez, redundará en beneficio del negocio.
Lo más alucinante de todo, es que esa ilusión, en muchas ocasiones, se consigue con el simple gesto del gomet (valga la metáfora), con el simple gesto de preocuparnos por nuestra gente, por su trabajo, por sus necesidades, por hacerlos vivir y participar en las decisiones de la empresa, por hacerlos propietarios de sus procesos. Y eso lo podemos obtener con una dósis mínima de liderazgo y de complicidad.
¿En qué tenemos que ilusionarnos? Pues en toda la actividad que realizamos en la empresa. Porque todo aquello que hacemos con ilusión, siempre saldrá infinitamente mejor, que lo que hacemos con mal humor y sin ganas.
No se en qué parte del túnel de la crisis estamos, si ya vemos cerca la salida, o aún queda un rato para salir del mismo, pero al leer lo del gomet, me he decidido a apearme del tren de la desilusión, del mal rollo, y aunque sea a pie, me voy a dirigir con ilusión hacia ese final del «tubo», donde se vislumbran otros tiempos y otra era.
Ahí vamos… ¿Me acompañáis?