¿Secuencia de la mejora?

cultura lean

En muchas empresas se empiezan las actividades de mejora pensando en aquellas herramientas a las que uno tiene una predilección especial, de las que ha recibido buena prensa, o simplemente espera obtener un mayor beneficio. No obstante, resulta evidente que la selección de la herramienta a utilizar no es una decisión de la compañía que desea adoptar el sistema pueda tomar a su libre albedrío. Todo lo contrario. Es la necesidad del proceso la que debería dirigir nuestra implantación.

Ello no quiere decir que no exista una lógica de trabajo o incluso una secuencia de implantación de las herramientas de mejora. De hecho, para una organización que inicia su andadura por el camino de la cultura ‘lean’ podemos llegar a esquematizar una hoja de ruta que sin llegar a detallar las herramientas, permite vislumbrar cómo van a evolucionar los objetivos de los talleres de mejora a medida que la cultura de trabajo se vaya consolidando.

Estándar de trabajo – Cultura Lean.

Los siguientes conceptos representan esta secuencia lógica a respetar:

  • Estabilidad. Sólo se puede mejorar un proceso si es robusto y resulta predecible. Es por ello que las primeras acciones a implantar son aquellas que aseguran la estandarización del proceso (5S, trabajo estándar, etc.). La estabilidad es el punto de partida y el concepto clave de la mejora.
  • Flexibilidad. Una vez conseguida la necesaria estabilidad, el siguiente paso consiste en desarrollar aquellas actividades que proporcionan agilidad al proceso. Esta agilidad permitirá trabajar con más tipos de producto, con más referencias o para un mayor número de clientes sin que los cambios de una a otra referencia suponga una pérdida de eficiencia.
  • Sincronización. Cuando el proceso es estable y ágil es posible implantar aquellas herramientas que permiten conectar las estaciones de trabajo que comparten un mismo flujo. En este paso procuramos que todas las operaciones de una misma cadena trabajen al mismo ritmo y respetando siempre las necesidades del cliente. Con ello se consigue reducir significativamente el inventario en curso de nuestros procesos.
  • Concentración. Finalmente, cuando los procesos cliente y proveedor se encuentran en una situación de perfecto sincronismo es posible plantear actividades de mejora que permitan concentrar todas las operaciones en una misma célula, simplificando de este modo la gestión de todo el flujo. La concentración de actividades conduce a una mejora de la productividad y una reducción de los plazos de entrega del producto.

En mayor o menor medida, la secuencia de mejora que acabamos de explicar debe aplicarse a todos los procesos que empiecen su andadura en el mundo de la mejora continua. Obviamente, el tiempo necesario para su desarrollo puede variar según el sector o la empresa pero, nunca podemos intentar acometer un nivel superior si los inferiores no se han superado con éxito.

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