¿Sólo lo sabes tú?

solo lo sabes tú
Extraído de los medios:

¿Hay un mecánico a bordo?

No suele ser una pregunta habitual, ni el comandante la hizo cuando hace unos sábados un avión sufrió una avería en el aeropuerto de Menorca que impedía despegar a un vuelo chárter, con destino Glasgow. Pero casi.

Porque fue un ingeniero aeronáutico el que se levantó de su asiento, se presentó a la tripulación y les dijo: «Eso ya lo arreglo yo».

Dicho y hecho. Con esta acción, el ingeniero evitó un retraso de ocho horas, que era el tiempo que precisaba la compañía aérea para desplazar a un ingeniero desde su base, para reparar la aeronave.

La noticia, por surrealista, es absolutamente sorprendente. Como dirían los periodistas, es noticia.

Este acontecimiento acaecido, el de estar en manos de una única persona, no es poco habitual en muchas empresas. Nos encontramos en muchas ocasiones con que uno de los profesionales de cualquier departamento, es el único que conoce una tarea que debe realizarse. En este tipo de empresas, la polivalencia organizativa pasa a ser una ‘monovalencia’ patológica, y la flexibilidad de los recursos roza la nulidad.

El que ésto suceda, puede venir dado por diferentes causas:

  1. De tipo organizativo, siendo el motivo la falta de visión global del negocio, lo que impide tener planes de contingencia (el famoso Plan B) y pensar que pasaría si…
  2. De tipo cultural, cuando existe (en todas las empresas los hay) el típico individuo «miserable» (profesionalmente hablando) que no cede ni traspasa sus conocimientos a otro colegas, «haciéndose imprescindible», ante la pasividad de sus superiores jerárquicos.

Para evitarnos estas actividades tan onerosas para la empresa y para nuestros clientes, hemos de fomentar la participación y la formación en todas las actividades relacionadas con nuestra función principal, cuantificando el grado de policompetencias que tenemos en la compañía, para evitarnos problemas, ya no sólo en los casos ‘enquistados’, sino en los momentos coyunturales (vacaciones, permisos, etc) en los que nos sea necesario tener más de una persona que sepa hacer aquello que toque hacer.

La capitalización del conocimiento adquirido por la empresa a través de todos sus colaboradores, es una tarea fundamental, para que éste no se vea diluido con el paso del tiempo y nos haga cometer los mismos errores. Además, el grado de adaptabilidad al servicio que tenemos que brindar a nuestros clientes, vendrá dado por el nivel de flexibilidad que tengamos en los recursos de la empresa.

Nos encontramos inmersos en la ‘sociedad del conocimiento’, por lo que haremos bien en convertir la citada capitalización, en una acción preferente y absolutamente imprescindible.

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