¿Un cuarto de sandía?

Un sábado por la mañana del pasado mes de mayo fui de compras al mercado de fruta que tiene lugar en Palamós todos los martes y también los sábados.
Ya estamos en época de frutas como la sandía y el melón empiezan a ocupar una parte significativa de los puestos de venta, sustituyendo a otro tipo de frutas más propias del invierno o primavera.
Ya desde hace años los fruteros han tenido que subirse al carro de la tendencia de los clientes a comprar cantidades inferiores a la unidad completa, en porciones más pequeñas. El espectro de consumidores, el cliente, ha pasado de grandes familias a familias pequeñas o incluso de un solo miembro por lo que las sandías y melones enteros son demasiado para sus necesidades.
Ésto llevó a los vendedores a cambiar su paradigma de actuación y a plantearse ofrecer fracciones del producto para poder venderlo y, de hecho, plantear disponer de los mismos en todo momento aún con el riesgo que antes de venderla suceda una degradación del producto más acelerada que si fueran productos sin “trocear” en caso de no venderlos. Por que ¡¡lo que no se ve no se vende!!
Este hecho es común en la mayoría, si no todas, las empresas. Sea el que sea su producto o servicio que ofrece a los clientes todo se está “empequeñeciendo” en su formato de consumo, tanto en el tamaño y formatos, como en las cantidades. Podría ser que vendiéramos las mismas o mayores cantidades que en el pasado, felicidades a los afortunados, pero la manera en que el cliente pide va asociada a cantidades pequeñas y surtido de referencias con el fin de no tener stock, evitando obsolescencia o caducidades y la carga financiera asociada. Mucho más adaptado a su ritmo y forma de consumo.
Las empresas, de todos los tipos, tienen que ver cómo adaptar sus procesos de venta y producción para intentar ser competitivos en este nuevo marco de actuación. Nuestro país difícilmente va a seguir teniendo grandes producciones de referencias (sea del sector o mercado que sea) y se tendrá que especializar en ofrecer, siendo competitivos, variedad de productos en pequeñas cantidades con un tiempo de respuesta cada vez más reducido con el fin de adaptarse mejor a las necesidades de los clientes y a la gran cantidad de nuevos lanzamientos.
Añadido a lo anterior, o debido a ello, coincide que el ciclo de vida de los productos, desde que se crea hasta que se convierte en un “producto habitual”, es decir hasta que la competencia también lo tiene o en el mercado aparecen diferentes alternativas igual o más competitivas, se ha reducido significativamente.
Ésto quiere decir que constantemente tendremos en nuestros procesos nuevas referencias o variaciones de las existentes que se necesitará desarrollar y poner en el mercado lo antes posible.
Si todavía no se encuentra en esta situación vaya viendo cómo hacer que su proceso sea igual de eficiente trabajando con la sandía completa, como había hecho hasta ahora, o con cuartos de sandía para cuando el cliente nos lo pida.

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