Iniciamos nuestro sexto año de MUDALAND, en el año en que ACTIO cumplirá sus diez años de existencia. Diez años ayudando a todo tipo de empresas y organizaciones, a toda clase de departamentos y áreas funcionales, a toda tipología de procesos, ya sean industriales, logísticos, de servicio, administrativos, etc., y lo más importante, a todas las personas, de todos los niveles, de todas los oficios, de todas las edades, de todas las experiencias, que han estado con nosotros, y nosotros con ellas, que podemos contar por miles.
En este primer post, quiero hablar de nuestro oficio de consultor y lo quiero hacer refiriéndome a un interesante libro que habla sobre consultoría. El libro en cuestión es «Soy consultor (con perdón)«, escrito por Carlos Abadía (@carlosabadiaj), un experto consultor que nos transmite sus conocimientos y vivencias en el citado libro.
En el mismo, hay ideas muy interesantes, pero quiero destacar una de ellas que me parece brillante. Normalmente, en un mundo tan materialista y poco dado al intelecto, donde se está acostumbrado a «hacer cosas físicas» (homo faber), con todo el mérito que ello tiene, el «tener ideas» (homo sapiens) se observa en muchas ocasiones como una «venta de humo».
Empresas de consultoría.
Las empresas que tienen producto físico no tienen ningún pudor (y así debe ser) en mostrar su nuevo catálogo de productos periódicamente; en cambio, las empresas que se dedican a la prestación de servicios puros (sin producto) parece que, cuando muestran su portafolio de servicios y productos, estén vendiendo «pócimas mágicas» que pretenden confundir a sus clientes. Y dentro de estas empresas de servicios, tienen un lugar destacado las consultoras. Y es cierto que han habido, hay y habrán consultores han defraudado las expectativas de sus clientes, dado su bajo nivel profesional e incluso la intención de engañar, pero ello no quiere decir que cuando se hable de consultores deban ponerse todos en el mismo saco.
La idea de Abadía es la de transformar ese supuesto «humo» en «aire fresco», y eso es precisamente uno de los grandes valores añadidos de una acción consultora, no venir a contaminar el ambiente que pueda haber en la empresa, sino a abrir las ventanas al mundo para que entre una brizna de aire limpio y puro, para que sus miembros puedan ver que existen otras maneras de hacer la cosas en su micro-mundo empresarial, que les permita cambiar, revisar, modificar, adaptar, validar el paradigma, el statu quo establecido.
Para finalizar, me remitiré a una frase muy descriptiva del sector de la consultoría del que hemos hablado, es de Juan Palacio, que nos escribe desde su blog «Navegápolis«: “Los consultores son como las setas: algunos buenísimos, y otros venenosos”. Solo a vosotros os cabe discernir quién es quien en este (a veces) proceloso mundo de la empresa.