En los procesos de transformación lean, cuando realizamos el road-map correspondiente, aquella herramienta estratégica que nos llevará a plantearnos qué caminos seguir, una de las variables más importantes es la de la velocidad de ejecución. Y esta, como todo en la vida, puede ser rápida o lenta.
Proceso de Transformación Lean: el Road Map
Ya hemos hablado en otras entradas de nuestro blog, Mudaland, que existen diferentes etapas en la vida de un proyecto (o de un proceso como es el caso que nos ocupa), pero en esta ocasión vamos a obviar los buenos y malos momentos que pasamos en nuestro quehacer cotidiano.
Lo que quiero comentar es el efecto velocidad que le metemos a nuestras actividades.
Tesituras debemos tener en cuenta:
- En cuanto a la tipología de empresas, voy a hacer una pequeña clasificación muy simple, pero efectiva: Hay empresas «lentas» y existen compañías «rápidas». Las primeras son aquellas que cuando las visitas se observa que el ritmo de trabajo es pausado y sosegado. En las segundas, se nota un ritmo trepidante y dinámico. En ningún caso, pretendo decir que en una se trabaja y en la otra no. Lo que quiero significar es que, ya sea por la cultura de la empresa, del empresario o del sector, veo empresas que tienen muy marcadas diferencias en el momento de trabajar y ejecutar sus acciones. Y lo sorprendente es que, en muchos casos, no saben discernir en que tipo de empresa se encuentran porque todo «siempre-se-ha-hecho-así».
- Por otra parte, si miramos las herramientas lean que tenemos a nuestra disposición, las hay que son «rápidas» y las hay que se distinguen por ser «lentas». No es lo mismo, plantear una actividad SMED, que siempre debe ser una actividad muy rápida, que un TPM que es casi un sistema y debe tratarse y «digerirse» pausadamente.
Si efectuamos una matriz y cruzamos las cuatro posibilidades descritas, observaremos que en dos casos tenemos problemas:
- Cuando una empresa «lenta» quiere hacer una actividad «rápida»: en este caso, la empresa se encontrará con que sus actividades se eternizan y no acaban de ver el final del túnel del proyecto.
- Y cuando, una compañía «rápida» quiere hacer una actividad «lenta»: aquí nos encontraremos con que la empresa no tendrá la suficiente paciencia, para aguantar el tiempo necesario a la espera de los resultados.
Por tanto, estamos ante una de las paradojas de cualquier proceso de transformación, plasmada en la variable velocidad.
Me viene a la memoria la frase que se atribuye a Napoleón Bonaparte, que reza: «Vísteme despacio, que tengo prisa». Que yo parafrasearía, si se me permite, con un inverso «Vísteme rápido, que tengo tiempo«. Pues bien, el querer correr más de la cuenta, para abarcar más de lo que podemos hacer, o el no darse cuenta que hay que correr más cuando la acción lo requiere, son errores de bulto que, al final, impiden que los planes se desarrollen como debieran, según nuestras posibilidades y capacidades. Examinemos y conozcamos a fondo a nuestra organización y tendremos mucho ganado para poder desplegar todas las actividades que son necesarias para nuestra empresa, con la velocidad adecuada. No os apuréis por el ritmo o velocidad en la que hacéis las cosas, apuraros por hacer cosas que ya tenéis bastante trabajo. ¡Ánimos!