¿Y tú, añades valor?

Una de las actividades más importantes en el mundo de la empresa es el de la adición de valor. En un entorno puramente económico, el valor añadido es la diferencia entre el output que somos capaces de realizar y los recursos que necesitamos para elaborar el producto citado.

Estoy totalmente de acuerdo con la fórmula anterior, pero la empresa es algo más, es un ente poliédrico que tiene muchas caras a contemplar y muchas visiones a tener en cuenta.

El output estará representado por todos y cada uno de nuestros productos y/o servicios que somos capaces de colocar en el mercado. Los inputs o recursos, estarán compuestos por diferentes familias, a cual de ellas más importante, entre las que destacamos las siguientes, en el sentido más amplio de su concepto: trabajo humano, materiales, energías, máquinas, información y dinero. 

Veamos qué factores inciden en la empresa, para ver si estamos añadiendo valor y en caso negativo, observar cómo podríamos hacerlo en nuestra actividad diaria, desde nuestra posición en el ámbito operativo:

  • Factores económicos:
    • Obtener el máximo ratio de productividad, es decir, la relación de las dos variables que hemos comentado anteriormente: el output y el input. Cuanto mayor sea esta relación, mayor será nuestro valor añadido.
    • Conseguir la máxima eficiencia, es decir, la relación entre el output que tenemos que obtener y lo que hemos obtenido en la realidad. Cuanto más alta sea este nuevo indicador, mayor valor añadido obtendremos.
  • Factores psicológicos:
    • Disponer de un equipo de personas altamente motivado. Y la vía no puede ser más «sencilla». A mayor participación, mayor implicación, y dada ésta, mayor motivación y compromiso. Lo que supone generar más valor añadido.
    • El complemento del apartado anterior, no es otro que el del liderazgo de aquellos que tienen que gestionar y ejercer su autoridad, para que se cumpla. A mejor liderazgo, mayor valor añadido.
  • Factores organizativos:
    • Coordinar el resto de recursos adecuadamente, para que no incurramos en el tan temido muda, que conduzca a nuestra empresa a ser una organización ineficiente. A menor muda, mayor valor añadido.

Una vez vistos los puntos anteriores, y para concluir la presente entrada, cabe preguntarse estas breves y sencillas cuestiones, para poder responder a la pregunta que la encabeza:

  • ¿Me esfuerzo, doy lo mejor de mí, para conseguir el más alto resultado posible de mi trabajo?
  • ¿Utilizo los factores, que la empresa pone a mi disposición, de la mejor y más eficiente manera manera?
  • ¿Estoy motivado para realizar la función que desempeño?
  • ¿Dirijo a mi equipo para conseguir lo mejor de mis colaboradores?
Como se dice coloquialmente: «no está el horno para bollos», que en realidad significa que nos encontramos delante o inmersos en una situación difícil, la que todos conocemos, y que no conviene tensar la cuerda más de lo debido. Por tanto, manos a la obra, a sus «puestos de combate» y a generar valor añadido que es de lo que viviremos todos en ese «lugar» llamado futuro. Que eso también significa crecimiento, que es lo precisamos para afrontar el porvenir con mayor optimismo.

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