La semana pasada, en su último post, mi compañero blogger Juan J. Plaza, nos mostró un nuevo criterio de gestión denominado FINO (first-in never-out). El citado post me ha dado pie a escribir esta nueva entrada, basada no en un criterio, sino en una dinámica o evidencia que se da en muchas empresas. Esta no es otra que la denominada SISO.
¿Qué es la dinámica SISO?
SISO es un acrónimo de tres palabras inglesas. La I y la O ya son muy conocidas (in & out), y la S corresponde a la palabra shit, que, con perdón, significa «mierda». Por tanto, la dinámica en la que se basa este post es la del shit-in, shit-out. En definitiva, que si a cualquier proceso le entramos basura, recogeremos, pues eso, basura.
Partiendo de la base que en todas las empresas existen flujos de información, que se desarrollan de forma natural; y que en todas las empresas se necesitan datos para gestionar las mismas, convendremos que es determinante obtener y tener la información necesaria, para administrar los diferentes procesos de manera eficiente, por lo que si se «implanta» la dinámica SISO, ésta, con toda seguridad, nos va a hacer un flaco favor.
El concepto japonés genjitsu, que traducido literalmente serían «los hechos» (lo que acontece en realidad en el gemba), del que adaptamos nuestro «hablar con datos reales», es trascendental para la buena gestión de la información de nuestros procesos y operaciones.
Pero, ¿por qué algo que parece tan evidente y saludable como reflejar la realidad, lo convertimos en muchas ocasiones en auténticos «estercoleros» de información?
Reflexionemos y veamos algunas posibles causas que nos conducen hacia el efecto SISO, a través de determinadas acciones muy arraigadas en el ser humano.
Voy a ordenarlas, según mi opinión, de menor a mayor intencionalidad en que no luzca la verdad:
La incompetencia:
- en muchas ocasiones, la falta de competencia causada por la falta de información y de formación pueden hacer que alguna persona se equivoque y que gestione la información de forma inadecuada.
La interpretación:
- en el terreno de las suposiciones, disquisiciones y de los juicios previos, algunas personas tienden a interpretar (léase deformar) la realidad de una manera personal (aunque sea de manera inconsciente) que poco tiene que ver con la realidad.
La negligencia:
- el despiste, el descuido, la falta de cuidado, la carencia de atención o la ausencia de aplicación, son origen de muchos errores en el procesamiento de la información.
La tergiversación:
- en este caso, ya existe una voluntad de aportar oscuridad a la realidad, dando una interpretación forzada o errónea, en muchos casos, a palabras o acontecimientos ocurridos.
El engaño:
- y finalmente, la mentira. La peor causa de todas. Es decir, la expresión o manifestación contraria, de manera absolutamente consciente, a lo que se sabe, se cree, se piensa, se dice, se discurre o se hace.
No he incluido deliberadamente una sexta causa que es muy habitual en algunas empresas, porque pienso que puede incluirse entre la cuarta y la quinta, que no es otra que la de la cosmética o maquillaje de los datos, por motivos variados, pero que conducen a la no realidad de los hechos, una vez más.
Para finalizar, en el catálogo de posibles causas, no he tenido en cuenta ni citado, el grado de peligrosidad de las mismas, porque en definitiva todas ellas, ya sea por una cosa o por otra, nos llevan indefectiblemente a un flujo de información incorrecto, no cierto y lleno de muda, que hará que nuestra gestión (y nuestra empresa) sea muy ineficiente.
(PS: algunas veces me «meto cariñosamente» con mis colegas informáticos. Vaya desde aquí mi pequeño homenaje, para hacerles constar que el sistema de información puede ser mejor o peor, pero nunca es el generador de la cantidad de basura que en muchas ocasiones tenemos en nuestros ordenadores, servidores, nubes o cualquier otro soporte.)